NOSTALGIA DE LA PRE-PANDEMIA

dibujo de la serie El Rojas por Marcelo Pombo para Gay is not Good

La nostalgia pre-pandémica es omnipresente. Para presentarles nuestra primera colaboración, hoy les traemos el testimonio de un amigo argentino. Esperamos que esta sea la primera de muchas colaboraciones de Pablo y de otros amigos y amigas.

Nostalgia Pre-pandémica

coronavirus chronicles illustration

Sin dudas, la pandemia nos ha afectado de una manera particular a los tipos como yo. Cómo extraño mi antigua realidad.

Casado con una mujer y con hijos, siempre busco cuidadosamente cualquier oportunidad de dar rienda suelta a mis fantasías gay. Digo cuidadosamente, porque no estoy dispuesto a perder ni medio centímetro de mi situación marital actual.  Antes de la pandemia, podía viajar tres o cuatro veces al año por trabajo. Entienden mi nostalgia? Esa posibilidad era un sueño, una invitación al pecado imposible de desaprovechar.

Hoy recordaba una experiencia de las últimas antes del aislamiento forzado. Fue una situación especial, no como mis trampas normales. Usualmente contrato un profesional para evitar cualquier situación de estrés y exposición. Esta vez, no respondí al perfil publicado de un escort.

Sin embargo, fue sexo por dinero. Quién sabe si el flaco se esté dedicando a eso ahora. La pandemia nos ha cambiado la vida a todos. Quién te dice, tal vez algunos de los lectores puedan acceder a conocer a este bombonazo si ahora está publicando su aviso. Pero no fue así cómo lo conocí yo.

Trabajando duro en Punta Cana

nostalgia
Image taken from Marcelo Pombo – Imágenes Liberadas

Fue en Punta Cana, en un hotel 7 estrellas a orillas del Caribe. Ay, qué nostalgia! Estaba asistiendo a una Convención con un centenar de personas. Muchos conocidos, y obviamente, siempre hay alguno o alguna que deja la formalidad para darse un gustito. 

De todos modos, siempre se hace todo con altura.  Si llegara a haber situaciones de trampa, nadie diría nada, habría cero escándalos o trascendidos. A pesar de eso, yo tenía cero intenciones de arriesgarme con una aventura con otra mujer.  Y ni se me pasaba por la cabeza la idea de hacerlo con un macho. Ahí sí, por lo inesperado, la habitual discreción quedaría de lado y mi trampa trascendería como chimento barato.

Al contrario de lo que puede imaginarse cualquiera que no pasó por este tipo de eventos, la mayoría del tiempo se trabaja. En los tiempos libres se jode, pero muy sanamente. Cada uno esta con su grupito disfrutando las instalaciones lujosas del hotel, haciendo huevo. 

Dicho de paso, estamos hablando del Paradisus PCR. Bares y restaurantes por doquier, saunas, gimnasios, spa, etc etc. (me acuerdo de esos momentos y me quiero cortar las venas con el mouse pad… ).

En todo el hotel el personal es de primera y el servicio, impecable. Chicas y chicos dominicanos que no pasan de los 35 años o quizá menos, se dedican a asegurarse de que la pases bien. Supongo que van entendiendo de dónde me viene la nostalgia.

Lo conocí en el gym

gif by Marcelo Pombo for gay is not good
Image taken from Marcelo Pombo – Imágens Liberadas

Desde el primer día estuve relojeando a un par de pibes morochitos, muy lindos. Me preguntaba si los elegían divinos por el nivel del hotel, algo que no me parece noble, porque considero que importa la capacidad y no la belleza. Y hablo de los mozos, bartenders, los de animación, recepción, todos… (y todas).

Una tarde que terminamos temprano las presentaciones decidí ir al gym. Todo el mundo se fue a la playa y yo, en el gym… en fin era lo que necesitaba para descomprimir la jornada, y sentir menos culpa cuando esa noche me lanzara de lleno a las delicias culinarias y a los tragos que nos tenían preparados para la cena de cierre. En el gym, me encontré a solas con el entrenador. 

Cómo describirlo? Era un ejemplar de macho caribeño digno de formar parte del comercial del hotel. Un short de running hiper corto dejaba ver unos cuádriceps de hierro y una cola redonda ¡PERFECTA!. Llevaba una remera super ajustada que le marcaba un pecho hiper sólido. Los brazos estrujados por las mangas cortas que dejaban ver unos biceps bien formados y con una vena que los atravesaba a lo largo. Uff, muy sexy.

Estaba haciendo mi rutina cuando se me acercó para preguntarme si necesitaba algo. De paso, me corrigió la postura del peso muerto con mucho respeto, desafortunadamente. Hubiese preferido que me metiera la mano en el orto para enderezarme la columna. Muy cagón, no hice más que agradecerle.

Al rato me fui y ni lo saludé, había llegado otra pasajera y estaba dándole instrucciones.

Con unos tragos es más fácil

dibujo de la serie de El Rojas de Marcelo Pombo
Image taken from Marcelo Pombo – Imágenes Liberadas

Esa noche fue increíble. Después de la cena hubo show, y de ahí fuimos a la playa a una fiesta a la luz de luna. Habían montado un bar a todo trapo en la arena, e imaginen quién estaba ahí, como barteneder… sí, el profe del gym. Ahora estaba encajado en un uniforme blanco impecable, tan blanco como los dientes de esa sonrisa que le ganaba lugar a esa carita de pibe lindo, fresco, masculino; realmente un modelo.

Esta vez yo ya estaba bastante copeteado y me fui de una a encararlo, sin saber cómo pero me mandé. Le pregunté si era barman o profe y me dijo que las dos cosas. Me dijo que también colaboraba en la cocina, y los fines de semana además hacia un turno de mozo. Ahí comprendí cómo explotaban al personal, y a pesar de eso todos están siempre impecables y super predispuestos a dejar todo por los huéspedes. 

Tengo que confesar que su predisposición y dedicación a la charla me hicieron fantasear con la idea de que me estaba seduciendo. Me hablaba mirándome la boca y yo lo miraba embobado. Él seguía laburando pero siempre volvía para hablarme. No podía creer que me estuviera tirando onda y me convencí de que, en realidad, era nada más que la forma educada y la predisposición que les inculcaban allí.

Pasó más de una hora y los tragos seguían yendo y viniendo. Yo en medio de un grupo de colegas, divirtiéndonos, y a lo lejos el modelo al que no podía dejar de mirar. De a poco mis amigos se fueron, hasta dejarme solo.

Para mi sorpresa, en un momento se me acerca por atrás una voz deliciosamente sensual que me dice “necesitas que te acompañen a la habitación”? Su sonrisa era tan fresca como la que tenia a las 4 de la tarde en el gimnasio, increíble. 

Nostalgia del All Inclusive

Ya tenia desabrochados los dos primeros botones de la camisa, y se veía cómo le brillaba la piel por la transpiración. De repente, me noté al palo, muy al palo. Yo estaba sentado en una silla alta, por lo que mi entrepierna estaba muy a la vista. Roger -así se llamaba-  me mira el bulto y dice, “ah bueno cómo estamos!”, y se ríe. 

Yo, todavía incrédulo, le pregunté si había entendido bien que me quería acompañar a la habitación, y si me veía tan mamado que pensaba que necesitaba ayuda. No sé en ese punto si le cambió realmente la cara pero yo sentí que se transformó en el más morboso de los hombres que jamás había conocido. “No se te ve nada mal” me dijo, “pero sí me parece que necesitas otro tipo de ayuda”, mirándome el bulto. 

Sin dudas, yo estaba borracho. Sin embargo, era consciente de todo y sabía que todos los de mi grupo se habían ido. Roger me sonrió muy cerca de mi cara y, tocándose muy discretamente el bulto, me dijo. “no te dije antes, pero también mi servicio incluye esto, aunque no es parte del all inclusive”. 

Me quedé impactado, no lo podía creer, no podía ser verdad. No le pregunté qué dinero pretendía, sino que directamente le ofrecí 100 dólares (en ese momento era poco para nosotros los argentinos). El pibe flasheó. Se le amplió la sonrisa al doble de su tamaño natural. Yo creo que no me iba a pedir ni cerca de esa guita, pero nunca lo sabré.

Pasemos al cuarto

Mi cabeza rebotaba por las nubes. No quise que vaya conmigo, sino que le di el número de la habitación. 10 minutos después estaba golpeando a la puerta. Abrí y allí estaba, con un entusiasmo digno del más profesional de los escorts. 

Se presentó con los mismo pantalones que tenía puestos durante la fiesta, pero se había cambiado la remera por una del staff del hotel, y se había echado desodorante. Todo eso me dio mucha ternura.

Yo estaba en bolas, con una bata. Le saqué la remera con un solo movimiento. Mamita!!! ese lomo era una obra de arte de la arquitectura masculina. No inflado sino marcado, muy natural, sin un solo pelo, y brillante. No era tan oscuro de piel, pero sí se notaba que el sol le había dado duro y parejo. Era dorado. Sus abdominales en seis perfectos cuadritos brillaban como un mueble recién lustrado. 

Lo besé y él se prendió sin dudarlo. Nunca un escort me había besado así. Le manoseé el bulto y me encantó descubrir que ya lo tenía duro. Me preguntó si era pasivo o activo. En ese momento yo no tenia ni idea qué era. “Sólo dejame disfrutar lo hermoso que sos”, le dije. 

Lo tiré en la cama, lo desnudé, y empecé a besarle el cuello y el pecho. Enseguida le entré a la pija sin dudarlo un segundo. Tamaño standard, tenía más o menos 17 cms de largo como la mía, pero era ancha. La cabeza lucía como una ciruela bien madura, brillante, deliciosa. Cómo se la mamé! Me tuvo que frenar porque lo iba a hacer acabar. 

Nostalgia del servicio de cuarto

Me chupó la pija un rato. Yo ya había revoleado la bata, y me le tiré encima con todo mi cuerpo para restregarme con cada centímetro cuadrado de esa escultura. Qué macho por favor! hasta su olor a pija era hermoso. Lo puse en cuatro y le chupé el orto. Habitualmente no lo hago, pero semejante escultura era una inspiración a cruzar mis propios límites. 

En un momento, cuando me buscaba la pija para chupármela de nuevo, sentí que él también estaba gozando (o era un excelente actor, cosa que es posible porque su sentido del servicio era impecable). Lo sentía gemir mientras me la chupaba y le dije si quería que se la ponga. “Como vos quieras”, me dijo. 

La verdad es que no me lo imaginaba como pasivo, pero ahí lo tenia, con esa colita dura como sandia paradita esperando que lo penetre. Lo ensarté de atrás para empezar, después me cabalgó un rato, y para terminar le di a lo misionero… qué imagen increíble, ver ese pibe macho tan lindo ahi abajo siendo poseído por mí (me caliento como si estuviera pasando ahora).

Terminé acabando adentro de él  (Roger trajo sus propios forros). Él acabó mientras yo lo pajeaba. 

Entonces no sabía que años después estaría hundido en la nostalgia de ese momento. Sin embargo, siempre supe que fue una experiencia especial. Al día siguiente, relajándome en el vuelo de regreso a mi mujer y mis chicos, no podía dejar de preguntarme. Qué hubiera pasado si nos hubiéramos encamado en la primera noche, en vez de en la última?

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