El asado carioca es una de mis comidas favoritas cuando visito Rio de Janeiro. Sobre todo si viene condimentado con muchachos lindos.

Por supuesto, no tengo la menor idea de si esta comida es o no es un “asado carioca” auténtico. Lo que sí sé es que I lo llama así, “churrasco carioca”. Suficiente para mí.

No es la primera vez que organizamos algo parecido. Hace un año, cuando lo conocí, también estaba parando en un airbnb con parrilla, y a I se le ocurrió agasajarme con uno de sus muchos talentos: parrillero. Me encantó. Como argentino que soy, tengo un paladar exigente para la carne a la parrilla, y esta versión me pareció excelente.

Claro, la primera vez lo disfrutamos los dos solos, y le mandamos un plato al portero. Esta vez, se nos ocurrió invitar a amigos. Yo ya lo había hablado con J, se los presenté en mi reporte sobre Point. I tenía una idea distinta.

Me habló de un amigo muy lindo, al que le tenía muchas ganas. Me aseguró que era de total confianza y que me iba a gustar. Normalmente, nunca aceptaría traer a mi lugar un chico que no he conocido antes. No lo hubiera aceptado si la recomendación viniera de cualquier otra persona. Pero I se ha ganado un lugar muy especial y no solamente confío en él, sino que además me fascinó la idea de verlo otra vez enganchado con otro chico, después de nuestra experiencia de tres.

Así que le dije que sí, y su cara de felicidad fue el primer indicio de que era la decisión correcta. Yo estaba comprometido con J, que ya había venido a mi lugar (tuvimos una cama de 3 con I) para tener sexo con comodidad y sin cronometraje, como tuvimos el lunes en el sauna , pero que había sido tan bueno que se merecía otra visita.

En lugar de un invitado, como en mi primer asado carioca, al evento vinieron tres. Ustedes conocen a dos de ellos, que ya son padres. El tercero está esperando un bebé para agosto.

Primero de todo, I

garoto en la favela
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Ya conocen a I. 23 años, padre de un niño de 4 años, vive en un cuarto en Cidade de Deus y actualmente trabaja solamente como garoto de programa, además de ayudar ocasionalmente a su madre, cocinera en un restaurante de favela.

I no es una belleza convencional (ignoren la imagen de la IA), sino exótica, pero una Belleza con mayúscula. Casi todos, cuando muestro una foto en un grupo que lo incluye, me preguntan por él. Es emocional, impulsivo, empático, puro corazón y sentimientos. En el sauna, si alguien no reconoce su nombre, se lo puede describir como “el chico con las nalgas grandes”, y todo el mundo va a saber de quién se está hablando.

Como yo, I no está acostumbrado al sexo grupal. La tripleta que tuvimos el martes pasado fue solamente su tercera. Sin embargo, los dos estamos cebados después de ese día.

I se ha convertido en mi Número Uno, reemplazando a un muchacho con el que perdí contacto poco después de la pandemia.

Segundo, J

lunes en Point 202
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Ya lo presenté cuando publiqué mi reporte sobre Point. Aquí háganle caso a la imagen generada por Inteligencia Artificial, es sorprendentemente parecida, nos hemos reído juntos sobre eso.

J tiene 20 años, 1,70cm, y un cuerpo lindo pero no trabajado. Trabajaba vendiendo comida en las playas de Copacabana hasta que dejó embarazada a una muchacha y empezó a trabajar como garoto de programa, con lo que gana más dinero. Tiene una beba de 7 meses pero no vive con ella ni está junto con la mamá. Vive solo en Leme.

Aunque es muy inteligente, nunca terminó la secundaria. J es el más sexual de mis tres invitados, siempre está listo, siempre está besándome de las formas menos inocentes posibles, le gusta todo, y es capaz de acabar varias veces en media hora. Tuvimos un encuentro excelente en el sauna, y el asado carioca fue la segunda oportunidad en que lo invité a mi lugar.

Apenas lo conocí el lunes, así que todavía tengo mucho que aprender sobre él.

Tercero, Jo

asado carioca
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Jo tiene 20 años, 1,83cm, cuerpo atlético naturalmente lampiño, y está esperando un bebé en agosto, se va a llamar Thiago. El viernes es su único día libre, porque trabaja de 14 a 22 horas en una estación de servicio. Vive cerca de I, con quien se conoció en la escuela secundaria que nunca terminaron.

Es de una belleza impactante, con un rostro hermoso que muestra la mezcla de todas las sangres del Brasil. Tiene ojos rasgados quasi asiáticos, nariz aguileña, y rastros de sangre nativa, europea, y negra por todos lados. Es dulce, con modales muy respetuosos, curioso, y muy inteligente.

He estado con él solamente ese día, así que todavía no lo conozco bien, pero fue encantador y pienso seguir viéndolo. Junto con I hicieron todo el trabajo para preparar el asado carioca, porque por supuesto J estaba ocupado flirteando conmigo y comiéndome la boca.

Los primeros en llegar fueron I and Jo, y en seguida se nos unió J. Habíamos planeado empezar a las 10 de la mañana y almorzar, pero por supuesto, hora brasileña de por medio, llegaron a las 14 y empezamos a trabajar para la cena.

Cuando lo vi llegar a Jo casi me caigo de culo. El flaco es de una belleza impactante. En un momento me le acerqué para preguntarle por qué, si gustaban el uno del otro, no habían tenido sexo hasta ahora con su amigo I. Me miró, se encogió de hombros con una sonrisa y me dijo: “somos amigos”. Inmediata, e inesperadamente, me zampó un beso que casi me deja sin dentadura postiza. Yo ya estaba impresionado, ahora me moría de curiosidad.

Poco después, mientras trabajábamos y charlábamos, J empezó a burlarse de mí. El petardo sexual me besaba y decía que yo no sabía pedir lo que quería. Tenía razón, yo no estaba seguro de qué quería hacer. Le expliqué que quería ir al cuarto para estar con él a solas, pero que no sabía si teníamos tiempo antes de que el asado carioca estuviera listo.

I se rió y dijo que teníamos tiempo, así que me lo llevé mientras nos besábamos apasionadamente. J siempre es apasionado, hasta cuando te da un beso de pico te hace sentir que te quiere culear. Ni bien cerramos la puerta detrás nuestro, I and Jo pidieron permiso y entraron. No querían dejarnos solos, y todos nos reímos juntos de mi timidez e indecisión.

Tuvimos una cama de cuatro magnífica. Tal vez debería decir dos camas de dos con interacciones continuas entre las parejas. Todos estábamos muy pendientes de Jo, que estaba teniendo su primera experiencia como pasivo. Fue hermoso.

I y Jo acabaron primero, y nos dejaron solos. Seguimos un rato con J hasta que acabamos, y nos unimos nuevamente al asado carioca.

después del asado carioca, Point

Mientras comíamos el delicioso asado de I, y compartíamos lo bien que lo habíamos pasado en el dormitorio, me entero de más información. Resulta que I quería introducir a su amigo al mundo de los garotos de programa. Nos pusimos a jugar con la idea de organizar una expedición todos juntos el próximo viernes, que era el único día libre de Jo, para que I comenzara a entrenar a su amigo.

Cuando nos dimos cuenta de que el viernes yo volvía a DC, decidimos acelerar los planes. Terminamos de comer y nos pegamos una ducha los cuatro juntos. Apenas entrábamos, así que fue divertido pero no hicimos nada.

Llamamos a un Uber y a las 18:30 estábamos llegando a Point, a su noche de Bingo. Yo estaba convencido de que Jo iba a ser un éxito. Sin embargo, la noche no estaba buena. No había casi nadie, así que después de dos rondas de caipirinhas decidimos levantar campamento. El pobre Jo se la pasó apretando conmigo, porque casi no había clientes, suerte para mí.

De paso, corrijo una información equivocada que he compartido alguna vez. Point no chequea a los trabajadores sexuales nuevos. Jo pudo entrar porque lo recomendamos I y yo, pero no lo entrevistaron ni tomaron su información personal. I me dijo que en 117 sí lo hacen. Así que la historia de Junior (el propietario) probando personalmente a todos los nuevos GPs es una fábula, o una historia de otras épocas.

asado carioca

Jo no es el único que está aprendiendo. La cama durante el asado carioca fue mi tercera experiencia grupal de la semana, y cada vez me siento más cómodo.

Es interesante, porque nunca me ha gustado. Antes de que la crisis del VIH golpeara en la Argentina, en la segunda mitad de los 1980s, las orgías y fiestas sexuales eran comunes en Buenos Aires. Cuando participaba, yo siempre terminaba secuestrando a uno que me gustara para hacerlo a solas, fuera del grupo. Más tarde, cuando la histeria del SIDA pasó y estuvimos más educados sobre la pandemia de VIH, muchas veces estuve en camas de tres y de cuatro, pero muy pocas veces las disfruté.

Debo decir que la última tripleta que disfruté antes de esta semana también fue en Brasil, también en Río, y también con dos GPs que conocí en Point, hace varios años, en mi primer viaje a la capital carioca.

Me siento en medio de un curso acelerado en el que no solamente estoy aprendiendo sobre mí. Observar a estos muchachos interactuando entre ellos me está dando acceso privilegiado a experimentar y conocer la famosa fluidez de la sexualidad de los varones brasileños.

Ya sé que en mis descripciones estoy usando categorías como “gay” o “bisexual”. Sin embargo, me parecen totalmente inadecuadas para comprender cabalmente la naturaleza del deseo de estos hombres. Estos chicos no son de esos que miran porno straight para calentarse. Para nada. Se desean sin inhibiciones y sin estímulos adicionales, y me desean a mí o al menos es fácil creer que lo hacen.

Hoy descanso, pero mañana me encuentro con I y Jo. Tal vez les cuente, pero no prometo nada. Incluso en este artículo me encuentro escamoteando detalles porque hay muchas cosas íntimas que si las compartiera me haría sentir que traiciono la confianza con que me honran estos jóvenes.

No dejen de leerme, a pesar de eso, por favor.

Hasta la próxima pinga, amig@s!

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